En los últimos meses he ido descubriendo una brecha de lo que nuestros clientes y clientes potenciales ofrecen de sus productos y/o servicios, y cómo lo comunican al cliente final.
Y el diagnóstico que podemos dar al respecto es el siguiente: hay un déficit importante de la comunicación inteligente.
La comunicación inteligente es una puerta hacia el conocimiento dentro de la propia organización y su gestión estratégica genera valor humano. Si los empleados están informados y se sienten orgullosos de pertenecer a esa empresa serán los mejores representantes de la marca.
La comunicación inteligente es una comunicación efectiva porque está centrada en el receptor, se conocen cuáles son los medios más efectivos para expresarle el mensaje, se planea qué se le va a decir y cómo decírselo. Pero para ello, la comunicación debe ir dirigida claramente a la persona/as adecuada/s, evitando ambigüedades de mandar un mensaje generalizado y obtener una respuesta del receptor equivocado. Así como usar un lenguaje positivo y cercano, que genere una influencia positiva hacia la idea que estamos expresando.
Así pues, como decimos en Romero, entramos en otro nivel, que se transmite desde la conexión emocional, más allá del conocimiento y el discurso/argumento. Es llevar a las personas a otro nivel en su manera de transmitir ideas. Que salgan de una forma de comunicarse rutinaria, esquemática, desconectada y enredada, para entrar en una comunicación que se conecta desde el corazón y que conduce a una posición más persuasiva y de alto impacto.
La gente está muy centrada en comunicarse por lo que sabe, no por lo que es. En Romero decimos que el ideal es unir los dos: ser y saber. Porque sólo de esta manera podemos transmitir en su totalidad lo que queremos decir o provocar con ello: comunicación que genera compresión por parte del receptor y la consecuente reacción positiva hacia el estímulo y eventualmente genera el negocio.
Una persona con comunicación inteligente no piensa en sí misma ni en sus intereses cuando se comunica. Se enfoca en la necesidad del otro. En consecuencia, al ser más empático, conseguirá ser más efectivo y exitoso. Es el efecto-afecto; El efecto-valoración; El efecto-retorno”.
Y es muy importante conocer al público objetivo al que nos vamos a dirigir, para ofrecerles la información que requieren para entender a qué nos dedicamos o qué les queremos ofrecer. Y el canal online hoy no solo puede ser concebido como exitoso por generar leads a través de banners publicitarios, que también, sino en el mercado Premium debemos estimular a través de los contenidos de marca (branded content) que deben alcanzar a nuestro público objetivo a través de la emoción y de los valores que hagan conectar a las dos partes. Recordando que el receptor ha cambiado y ya no tiene un patrón claro o tradicional (ahora hay que tener en cuenta: nacionalidad, edad, poder adquisitivo, canales por donde se comunica, etc.).
Sin pasión, no hay comunicación y la consigna de un buen comunicador es innovar o morir. El empeño es determinante en la comunicación. Se puede tener calidez, entusiasmo, pasión, pero si no hay empeño, la comunicación no existe, solo dar información.
El éxito de la comunicación inteligente llega cuando tienes respuestas esperadas a través de lo transmitido, las pepitas de oro, que en Romero cualificamos a esas personas que entienden lo que transmitimos y lo quieren para sí mismos y compartir con los suyos.
En conclusión, debemos obsesionarnos en transmitir más con el corazón y con la pasión lo qué hacemos y cómo lo hacemos, que simplemente decir, aunque sean con colorines y anuncios originales y bonitos que ofrecemos unos productos o servicios. Transmitamos qué queremos de nuestros clientes con más transparencia, y conseguiremos una respuesta y conversión más efectiva.
