EDITORIAL
Liderazgo, te necesitamos.
Yo nací a mediados de los 70, y mi primera muestra de liderazgo de la que tengo recuerdo, me llegó de niño, con casi 9 años de edad, y fue ver por la televisión, en el único canal que teníamos en aquella época, a un larguirucho jugador de baloncesto con el 32 a la espalada y que jugaba para Los Angeles Lakers. Por su estatura, 2,06m, era algo increíble verle dominar el balón y actuar como “playmaker”, ante jugadores a los que le sacaba entre 15 y 25 centímetros, Earving “Magic” Johnson. Pues con sólo 25 años mandaba a todos sus compañeros, no paraba de decirles qué tenían que hacer en la cancha, los estimulaba para ser mejores, sabiéndose que él tenía ese don para ver lo que pasaría antes de que ocurriese.
Ahí empezó mi idilio con esta persona, hasta hoy. El liderazgo es imprescindible si una sociedad, una empresa o cualquier agrupación de personas, quiere tomar decisiones.
Y desgraciadamente nuestra sociedad, tanto la catalana como la española ha deteriorado ese rol, y ni lo encontramos en la política ni en la sociedad civil. Y sin duda, lo digo con mucho pesar, porque ahora con 42 años, sé que me toca liderar, y me encuentro preparado para ello, pero a mi alrededor, en mi sociedad, me faltan referentes para seguir mejorando y aprender de ellos.
La falta de una metodología actualizada a la sociedad de hoy en día para obtener los objetivos reales en las empresas, me hace pensar que el problema no lo tienen los empleados, sino que los que les emplean, han desistido de seguir evolucionando, y no aportan a sus seguidores, las armas necesarias para que éstos puedan seguirles con entusiasmo y seguridad.
Nuestra sociedad está cambiando a pasos agigantados, con una integración cada vez más rápida de comunidades internacionales, y los teóricos líderes de la misma, no son conscientes de ese cambio para tomar la delantera a otros países de nuestro entorno, e incluso para ser la referencia en España, de absorber ese talento y emprendiduría a través del liderazgo social.
Cada día escucho en mi entorno internacional, que vivir aquí es un placer, pero no hacer negocios con los autóctonos, e incluso tengo que oír que no somos serios y faltamos a nuestra palabra. Esto debe parar. Y debemos considerar que no hemos hecho bien las cosas los últimos años. Por ello, aparte de una mayor autocrítica, deberíamos empezar a valorar sí no tenemos lo que nos merecemos.
Yo reclamo y exijo mayor compromiso social de los que sean líderes en sus campos para hacer nuestra sociedad nuevamente respetada y ser una referencia en Europa. ¿Cómo? Pues de una manera bien sencilla, comunicando más y mejor y exigiendo a las formaciones políticas mayor unión por un interés común: ser mejores y desearlo.
Debemos empezar ya.