REPORTAJE
Casa Alfonso: 85 años después sigue siendo un lugar “cool”
El restaurante de la calle Roger de Llúria ha cumplido este 2019 su octogésimo quinto aniversario, y sigue en plena forma como uno de los restaurantes tradicionales de la ciudad con más solera.
Este año he tenido el privilegio de conocer a Alfonso García, con quien hemos desarrollado el Barcelona’s Mediterranean Gastronomy Experience 2019. La tercera generación de Casa Alfonso, un restaurante que nació en 1934 en Barcelona (Calle Roger de Llúria, 6), gracias al abuelo Alfonso. En ese momento era un almacén de curtidos, y con la visión de empresario que tenía creo un bar que además añadía una charcutería, algo muy innovador en la época. Con esa visión tan privilegiada, ofrecía productos de máxima calidad, como embutidos, marisco, pescado, como la exclusiva del bonito de Ondarroa, que fue el primero en traerlo a Barcelona, jamones de bellota de Guijuelo y de Huelva… vamos algo que ahora es lo más habitual en las tiendas de productos delicatessen en la ciudad.
Otro de los saltos que hizo Casa Alfonso fue en los años 70, donde la segunda generación, el padre del actual Alfonso, cambió el pan para los bocadillos, introduciendo la clásica baguette. ¡¡Hizo furor!! Se creaban colas y colas para comprar y degustar los bocadillos que allí se ofrecían. Una auténtica ceremonia, tanto por la mañana como al mediodía.
Y como cada vez la demanda crecía, se fue introduciendo la cocina poco a poco, como la barra, que también fue creciendo paulatinamente. En la primera se apostó, y sigue siendo así, por la cocina tradicional, con platos como los callos, y otros platos tradicionales.
El local siempre ha sido un lugar de encuentro entre clientes y la familia que compone Casa Alfonso, por ello, y tras 85 años, se ha podido observar en sus comedores a padres y abuelos con hijos y nietos, haciendo lo mismo que los primeros habían experimentado con sus padres, compartir la esencia del local: la calidad de nuestros productos y el servicio excepcional. Para Alfonso es tan importante un joven, quien se deja 5 euros en un bocadillo de calidad, y que cuando sea adulto recuerde la calidad del lugar y se deje 40€ en una comida.
La educación en la gastronomía se debería introducir desde bien pequeños -me decía un día Alfonso desayunando en su restaurante. Y de esa manera se podría introducir muchos de nuestros maravillosos productos de kilómetro 0 que a la juventud parece ser que no va con ellos: verduras, pescados, carnes, y un sinfín de maravillas que la gastronomía española posee.
Porque creo, al igual que Alfonso que hay que comer lo auténtico en cada país, lo autóctono, y erradicar la globalización, que hace que todo sea igual. Y se pierda la esencia y el alma de cada país.
En una ciudad tan cosmopolita y cambiante como es Barcelona, Casa Alfono sigue en pie y vivito y coleando. Pero ¿cómo aguantado 85 años? Le pregunté un día a “Alfonsito”, y él me contestó que son un cúmulo de cosas las que se deben mantener para tener éxito: la comida debe ser de máxima calidad, eso por supuesto, pero además todo debe estar impecable, las salas y el servicio del personal. Pero eso hay que trabajarlo cada día e impregnarlo del alma de cada uno. Sin olvidarnos de escuchar al cliente, porque si se tiene su confianza, siempre nos proporcionará su opinión. Y de esa manera, mejorar o rectificar para alcanzar la excelencia. ¡Menudo consejo! Muchos jóvenes en la universidad deberían escuchar esas sabias palabras, básicas para fidelizar a un cliente en cualquier sector.
Actualmente, ya alcanza el 50% de los clientes el internacional, y seguirá en aumento, eso lo puedo asegurar.
Con pequeños y sutiles cambios en los últimos cinco años en el establecimiento, poco a poco se ha creado un ambiente espectacular para conseguir precisamente que sea un lugar de felicidad a través de la gastronomía. Cuando entras en Casa Alfonso, sabes que es un lugar muy personalizado, único, y te hace sentir en un lugar muy especial. Y Alfonso, una persona que ha triunfado siendo un openminded, ha sabido adaptar a nuestro mercado cosas que ha visto por el mundo, para seguir siendo innovador y estar delante de la competencia.
Pero Casa Alfonso no solamente es el lugar para degustar su maravillosa comida, también desarrolla su propio catering y tiene sus propias marcas de jamón de bellota y su vino de Priorat. Y Romero espera contribuir a comercializar sus productos a nivel internacional, gracias a su plataforma digital que en breve verá la luz.
