Una vez tomara la decisión, no habría vuelta atrás.
Quería comerme el mundo: conocer nuevas culturas, nuevos países, nuevas personas, nuevos idiomas. Todo estaba por descubrir.
Mi familia, mi educación y mi vida a las afueras de Londres deberían haber conspirado para detenerme, pero de alguna manera no lo hicieron. Quizás fue mi subconsciente intentando seguir el ejemplo de mi tío. Él había viajado, había sido empresario, había aprendido idiomas, había vivido en el extranjero, se había arriesgado y había prosperado fuera de su zona de confort. Ahora me tocaba a mí.
Al final, después de cinco años de búsqueda en los cinco continentes, viajando por 35 países y visitando 100 ciudades encontré mi lugar.
Barcelona es la ciudad que lo tiene todo: buena comida, buen vino, cultura, mar, montaña y buen clima. Tiene ese regusto de barrio en el que te sientes seguro siendo una ciudad que no es demasiado grande ni demasiado pequeña. Resulta fácil desplazarse y a la vez ofrece todo lo que se pueda pedir.
Sin embargo, su cultura empresarial me sorprendió.
Yo venía de Londres donde perdura el enfoque dinámico y flexible de los negocios. Tenía un amigo que en un principio fundó una compañía que prestaba un solo servicio (no recuerdo cuál) pero que continuamente recibía llamadas de personas que buscaban alquilar walkie-talkies para eventos. A pesar de no estar relacionado con su negocio, de alguna manera había accedido a las búsquedas de los organizadores de eventos.
¿Cuál fue su reacción? ¿Acaso se sentía molesto por las constantes interrupciones? No, compró algunos walkie-talkies y comenzó a alquilarlos. Hoy es multimillonario y trabaja en el sector de eventos, su primera empresa quedó en el olvido.
Por el contrario, recuerdo que cuando llegué a Barcelona, me fijé en una tienda (no recuerdo cual) con un cartel en la ventana que decía “No vendemos pilas para relojes”.
Lo primero que pensé fue:
Primero: es un mensaje bastante negativo para enviar al mundo.
Segundo: ¿Por qué utilizar el valioso espacio de un escaparate para transmitir a todos tus potenciales clientes lo que no vendes?
Tercero: si se molestó en crear un cartel, ¿por qué no se molestó en comprar pilas para relojes?
En 2005, cuando llegué aquí, el marcado contraste entre estos dos ejemplos, encarnó para mí la diferencia en la mentalidad empresarial entre las dos ciudades. Me enseñó lo importante que es estar en constante adaptación e ir recreando y probando algo nuevo hasta que sale bien.
Pero eso no es todo.
De Barcelona está surgiendo una nueva oleada de empresas. Muchas, aunque no todas, se centran en la tecnología, y en su conjunto son empresas más ágiles, más internacionales, que tratan de combinar el enfoque en el desarrollo de las relaciones, típico de la Europa del sur, con la eficiencia característica de la Europa del norte.
Creo que nuestra consultoría, Crockley Business Communication, es una de esas empresas. Cuando describen nuestros servicios de Formación de Idiomas y Habilidades Ejecutivas o de Traducción y Estrategias de Contenido, nuestros clientes elogian nuestro enfoque centrado en la persona, la personalización de nuestros productos y nuestra insistencia casi obsesiva con la calidad.
Otras compañías están haciendo lo mismo.
Nuestro primer cliente, Alma Hotels, tiene una perspectiva muy similar. Su fundador y CEO, Joaquin Ausejo, creó el concepto detrás de este grupo de hoteles boutique después de cofundar los hoteles AC y Hospes. “Alma es una empresa pequeña con muy poca distancia entre yo mismo como CEO, nuestros empleados y nuestros clientes. Somos flexibles y podemos adaptarnos rápidamente a las exigencias de los clientes sin tener que pasar por las molestias de una estructura de negocio compleja.
“Personalizamos cada uno de nuestros proyectos, incluso al crear un nuevo hotel. Nuestras habitaciones no tienen un tamaño estándar, ni nuestros hoteles el mismo número de habitaciones o salas de reuniones. Primero elegimos la ciudad, luego el edificio y finalmente creamos un concepto específico para ese edificio”.
Joaquin enseguida se percató de los beneficios de contratar a una empresa como Crockley Business Communication para ofrecer a su equipo las herramientas de comunicación que necesitan en el extranjero. A lo largo de los años, hemos forjado una relación mutuamente beneficiosa que ha ayudado a que nuestras empresas crezcan.
“Soy de una generación que aprendió francés y que no domina tan bien el inglés.
“Necesitaba el inglés por razones personales y profesionales. El arte, como el cine y el teatro, a menudo están en inglés. Ver las películas dobladas al español es cómo estar viendo otra película. Y para acceder a la información en Internet de manera efectiva, hay que hablar inglés.
“A nivel profesional, cuando compramos el hotel Schlosshotel en Berlín necesitaba comunicarme con mis gerentes y proveedores en inglés.
“Alma y Crockley tienen filosofías y formas de trabajar similares. La flexibilidad y la personalización marcan la diferencia. Ellos conocen mis necesidades, como hablar sobre mi sector por ejemplo, y diseñó un programa basado en ellas. Crockley trabajó conmigo centrándose únicamente en lo que necesitaba “.
Por lo tanto, ¿es la cultura empresarial de Barcelona más parecida a Londres hoy que antes de la crisis?
“Antes de la crisis, muchas de las empresas tradicionales crecían a través del crédito barato, no porque fueran eficientes y contribuyeran realmente a la economía. Hoy en día, sin embargo, como hay muy poco crédito disponible, los directores deben hacer negocios de manera creativa y flexible. Los que no supieron hacerlo tuvieron que cerrar.
“Alma creció en otras ciudades antes de la crisis, ya que sus socios tenían mucha facilidad de acceso al crédito y pudimos comprar hoteles en Berlín y Sevilla. Hoy, Alma solo puede crecer si es rentable e invierte sus propios recursos “.
“Alma y Crockley no tienen mucho capital disponible y tienen éxito porque son pequeños, flexibles, trabajadores, pragmáticos, creativos y están en estrecho contacto con sus clientes. Las pequeñas empresas pueden competir con las grandes adaptándose a las necesidades del cliente “.
Mientras que algunas compañías con base en Londres sin duda se benefician del acceso a grandes cantidades de crédito, muchas otras no pueden. Tienen que afinar su ingenio para sobrevivir y responder a las necesidades del sector y de cada cliente.
Mi nuevo hogar, aquí en Barcelona, avanza en esa misma dirección.
Quería comerme el mundo, quizás ya pueda decir que mi gran aventura finalmente haya llegado a buen puerto. En los negocios, al menos, tal vez ahora esté más cerca que nunca de casa.
“Alma y Crockley no tienen mucho capital disponible y tienen éxito porque son pequeños, flexibles, trabajadores, pragmáticos, creativos y están en estrecho contacto con sus clientes. Las pequeñas empresas pueden competir con las grandes adaptándose a las necesidades del cliente.”