Pilar Latorre ha hecho del viaje una manera de entender la vida, de aproximación a culturas y a formas de sentir y hacer.
Cualquier viajero que se precie quiere, aunque sea por unos días, sentirse parte del lugar que visita. La aspiración no es la de transitar por un parque temático, donde todo esté puesto y dispuesto para que la realidad no le toque. Y para ello, qué mejor que conocer la realidad de la mano de quien puede ofrecernos una visión global, completa, y por qué no, sabrosa.
Pilar Latorre es una mujer que lleva años ofreciendo experiencias para visitantes extranjeros de alto nivel, relacionadas con el mundo de la gastronomía. Una mujer que ha hecho del viaje una manera de entender la vida, de aproximación a culturas y a formas de sentir y hacer. Esa sabiduría y conocimiento que le ha dado su trayectoria, la aplica también en las clases que ofrece para turistas en su propio domicilio.
De manera concertada con agencias, Pilar Latorre proporciona a los viajeros, principalmente norteamericanos de un alto nivel adquisitivo, una experiencia de conocimiento de lo que es y a qué sabe nuestro país, ciertamente exclusiva. Experiencias que lleva a cabo tanto en su domicilio de Madrid, como en su estupenda masía en l’Empordà. Pilar Latorre propone un encuentro basado en la cordialidad, en la charla distendida, en una manera de estar en la que, mediante el diálogo y la palabra, pero también a través de las sensaciones que nos proporcionan los productos de la tierra, su preparación y su degustación.
Un encuentro que comienza en el mercado. Pilar Latorre acompaña a sus invitados por una visita al mercado donde comprarán los productos a partir de los cuales prepararán un aperitivo. Así, estos viajeros comienzan su experiencia comprobando de primera mano qué es lo que van a probar y caminar en un entorno en el que olores, voces y sabores, nos introducen a una forma de ser de nuestro país que cautiva.
A partir de aquí la visita se traslada al domicilio de Pilar Latorre. La visita en el domicilio de Madrid comienza visitando las estancias de la casa, principalmente el despacho de Pilar, en el que se encuentran algunos de los recuerdos de los personajes famosos que han compartido un momento con ella.
Cuando el encuentro tiene lugar en la masía de l’Empordà, los visitantes disfrutan de un entorno francamente espectacular. Un espacio rodeado de árboles frutales, un edificio del siglo XVIII con un jardín en el que disfrutar de manera plácida del sabor de la tierra, desde la más exclusiva intimidad.
De esta manera, una vez reconocido el espacio, juntos prepararán el aperitivo y recibirán allí una clase sobre nuestra gastronomía. Una clase en la que Pilar Latorre enseña cómo se preparan, su origen, lo que significa para nosotros esa primera etapa de una comida que es el aperitivo y su preparación. Esos entrantes a base de aceitunas, quesos, los mejores aceites, son la antesala a una serie de platos donde siempre es la cocina mediterránea la protagonista y donde el colofón lo pone la crema catalana, algo que siempre es del agrado de los visitantes.
Bien sea en su domicilio de Madrid o en su masía catalana, el encuentro entre Pilar Latorre, su esposo Reneé y sus invitados, se basa en la informalidad, en un diálogo en el que unos y otros comparten un momento cálido y distendido. Un encuentro en el que anfitriones y visitantes dialogan sobre qué es nuestro país desde múltiples puntos de vista. Desde la economía, la geografía, las costumbres, y todo aquello que acerca de primera mano la realidad de nuestro entorno a un viajero exigente. Viajeros entre los que se cuentan profesionales, personas de un alto nivel de exigencia, que buscan conocer y apreciar lo que les rodea más allá de comentarios típicos o superficialidades.
Los encuentros, las clases presenciales que Pilar Latorre ha convertido ya en un evento singular, sin parangón en nuestro entorno, tienen como esencia precisamente la personalidad de Pilar Latorre. Una mujer que consigue crear un entorno en el que personas con gustos y experiencia contrastada en la exclusividad, se sienten cómodos. De tal manera que entre los firmantes en su libro de visitas, se encuentran personajes muy relevantes de los más diversos ámbitos.
Personas que aprenden cómo somos, cómo comemos, como sentimos, y muchas cosas más de la mano de una personalidad cercana, afable, con el bagaje de quien ha visto el mundo y sabe apreciar lo próximo.
Cuando el encuentro tiene lugar en la masía de l’Empordà, los visitantes disfrutan de un entorno francamente espectacular. Un espacio rodeado de árboles frutales, un edificio del siglo XVIII con un jardín en el que disfrutar de manera plácida del sabor de la tierra, desde la más exclusiva intimidad.