En el taller de Muki Bespoke en la calle Provença de Barcelona el tiempo se vive de otra manera.
Entre telas, ‘centímetros’ y maniquíes nos sentimos ante un espacio de construcción de un individuo diferente. Después de entrar en una sastrería ya no somos los mismos, somos más nosotros.
¿Cómo le gusta presentarse a la gente?
Bueno, soy una persona normal, noble, muy humilde y un trabajador.
Y además eres sastre.
Eso dicen por ahí.
¿Cómo te comenzaste a interesar por este mundo?
Empecé como aprendiz a los 14 años en la capital de Kosovo, Pristina. Fui aprendiz durante 8 años, estudiando por las mañanas de siete a una del mediodía y yendo a hacer aprendizaje desde las dos hasta las siete de la tarde.
Mi madre era costurera y siempre estaba en casa haciendo cosas con su máquina Singer, negra con letras doradas. Esa máquina tiene más de 50 años y todavía la tengo. Mirando a mi madre tuve claro que yo quería ser sastre.
¿Dónde completaste tu formación?
Con 22 años emigré a Londres, donde estuve trabajando y viviendo durante 11 años y medio. Allí conocí a mi mujer, catalana, y tuve mi primer hijo. Que, por cierto, va a seguir mis pasos ya que está estudiando temas de patronaje. En 2000 me trasladé a Barcelona y trabajé en una empresa multinacional de mucho prestigio, una de las mejores marcas de ropa masculina. Hasta que hace dos años y medio di el gran paso y cumplí el sueño que tuve desde pequeño, tener mi propia sastrería y vestir a mis propios clientes. Y estoy muy contento con ello.
¿Cuánto tarda en hacerse un traje a medida?
El proceso de hacerse un traje son unas cuatro o cinco semanas como mínimo. El cliente viene, elige la tela, le hacemos una primera prueba, se va… hasta que se completa. Acabar un traje son 35 o 40 horas de trabajo. Son trajes muy bien hechos, acabados a mano, con todos sus detalles.
¿Qué clientes se acercan a Muki Bespoke?
Son clientes de un nivel bastante alto, hombres de negocios, políticos, deportistas, notarios, abogados. Es también muy importante la presencia del residente internacional, acostumbrado a utilizar el traje, sobre todo muchos clientes norteamericanos. Y también, rusos, árabes, chinos…
¿Cuál es la relación de Barcelona con el traje?
El traje siempre ha sido una prenda de vestir. Sin embargo, aquí en Barcelona a la gente le cuesta vestir con traje. Puede tener relación que no haya muchas sastrerías. Y llama la atención porque Barcelona ha sido una de las capitales del textil, con las fábricas de Gorina en Sabadell por ejemplo.
Una ciudad como Barcelona, que ha tenido esa importancia, ha de promocionar el traje. Porque los clientes ya están. Aunque los jóvenes no se acercan mucho al traje, muchos de mis clientes se hacen trajes a medida desde los 17 o 18 años. Lógicamente es algo que no es para todo el mundo, no es económico, pero siempre ha habido gente que ha llevado traje y que siempre lo llevará.
Cuando comencé hace dos años y medio, me agobiaba que la gente estuviera acostumbrada a las marcas, bajo su presión. Pero la gente también quiere tranquilidad, la tranquilidad de llevar un traje a medida. Son personas con un nivel económico alto, pero también un nivel sociocultural alto, que entienden el valor del tejido, del trabajo.
Claro, por ejemplo, no es lo mismo que te llamen por teléfono y responder que estás con tu sastre. Crea una imagen de marca de ti mismo. La relación que estableces con un sastre, hace que la gente te mire con otros ojos. No es lo mismo llevar trajes de Prada, que llevar una marca específica que haga las cosas como las quiero yo. Desde trajes, chaquetas o la ropa interior.
De tu experiencia londinense haces mucho hincapié en la importancia del servicio.
Cierto. La gente espera un servicio. Yo estoy pendiente de mis clientes todo el día. Para los clientes se puede hacer todo tipo de gestión. Desde ayudarles a comprar una casa en Barcelona, recomendar unos zapatos de Ramón Cuberta… soy como un Luxury Broker. El servicio es lo más importante para mí. Si es un trabajo que te gusta, que te llena, estás contento con tus clientes, porqué no hacerlo.
¿Cómo te ves en el futuro?
Me gustaría que algún día la gente hablase de mí reconociéndome como un sastre que ha aportado algo a la ciudad de Barcelona. Mis ideas, mi estilo. A nivel nacional ya soy bastante reconocido y a nivel internacional cada vez se habla más. Lo importante es que se hable. Bien o mal.