Los tiempos nos obligan a pedir ayuda.
Si se fijan, cada vez son más las lecturas que nos animan a encontrar una visión positiva de la vida, que nos ilustran con ejemplos, que nos acompañan en las graves vicisitudes que nos puedan acompañar, o que nos reportan soluciones a los asuntos del día a día.
Tener una actitud positiva, constructiva, resuelve problemas y nos ayuda a pasar y transitar por las dificultades que nos presenta la vida diaria, a través de la motivación y la confianza en uno mismo.
Por el contrario, el pensamiento positivo no consiste simplemente en la repetición de frases que nos hagan sentir mejor, o convencernos de algo que es irreal. Este tipo de conductas no son realmente útiles porque no solucionan los conflictos que se nos puedan presentar a largo plazo.
Tener una actitud positiva también se contagia. Es mejor juntarse con personas con actitud positiva a la hora de emprender cualquier proyecto. Y si podemos hacer que personas con actitud negativa puedan pensar de otra manera, será mejor para el trabajo en equipo. Si tenemos una actitud negativa, veremos las cosas de manera negativa, las propuestas se recibirán mal y solo se contemplarán las circunstancias perjudiciales, antes que las cosas positivas. Las personas con actitud negativa son incapaces de llevar a cabo ningún trabajo colectivo, desvalorizan el esfuerzo personal y contagian al resto del grupo, que será incapaz de afrontar ninguna dificultad.
Por eso, tener una actitud positiva, utilizar el pensamiento de una forma constructiva, razonada, siempre con curiosidad, comprensiva, con confianza en llevar adelante cualquier tipo de problema, será beneficioso para nuestra actitud.
Repetir frases o convencerse de cosas sin más, no es más que una forma de fantasía y de autoengaño. Es mucho más conveniente afrontar ese malestar para vivir la vida a gusto.